web counter
cristoraul.org

 

CAPÍTULO 64

PROYECTOS DRÁSTICOS DE HACIENDA PARA RESTRINGIR LOS GASTOS DEL ESTADO

 

Aprobadas por las Cortes la Ley Municipal, (28 de junio), los Presupuestos y su articulado, el presidente del Gobierno lee a la Cámara (5 de julio) el proyecto de reforma constitucional. «Por primera vez en la historia política de España —se dice en el preámbulo—, una revisión constitucional se realiza aprovechando las posibilidades jurídicas que otorga la misma Constitución vigente. Los regímenes preconstitucionales y las Constituciones han tendido a la inmutabilidad, con lo cual todo cambio no tuvo más trámites que los de la violencia.» «Surge ahora una norma superconstitucional», lo cual acusa «un alto grado de sentido jurídico y su práctica un feliz cambio de rumbo en nuestras costumbres ciudadanas». «El fomento oportuno de la reforma es éste, ya que no parece prudente aguardar a otra actividad sobreexcitada de tal modo que la más básica ley del Estado sólo registre notas cargadas de pasión extremista.» «No hay discordancia más torturadora y peligrosa que la que se produce entre el espíritu de la nación y la forma jurídica destinada a protegerle y revelarle.» «Esta propuesta está construida sobre la experiencia, a través de las más variadas situaciones en las que los hechos han hablado con irrebatible objetividad.»

Lo primero que se cita como revisable son «los requisitos de aprobación modificación o derogación de los Estatutos regionales, a fin de que no queden sin normas precisas que los regulen», vinculadas inexcusablemente a la órbita soberana del Estado, funciones que, como la experiencia ha demostrado, no pueden entregarse a la autonomía regional sin grave riesgo; se trata de unificar cuanto se refiere al derecho de familia, tutela, obligaciones y contratos que ya en lo esencial se presentan en toda España con caracteres uniformes.

En el proyecto se citan cuarenta y un artículos que reclaman reforma. La relación comprende los referentes a Estatutos, adquisición de vecindad, orden público, derecho de asociación de funcionarios, matrimonio, expropiación y socialización sin indemnizar, enseñanza, relaciones entre las Cortes y el Presidente de la República, Tribunales de Honor y de Garantías, amnistía y presentación de presupuestos.

Se enumeran también como necesitados de revisión todos los que se refieren a atribuciones del Presidente de la República, cosa explicable por cuanto que el proyecto está confeccionado con las mimbres proporcionadas por Alcalá Zamora en su alegato en favor de la reforma constitucional en los tres primeros Consejos de ministros del año. Con dicho material ha redactado el ministro Dualde su dictamen, ampliado y corregido por sus sucesores y aprobado en Consejo de Ministros (13 de junio). El proyecto pasará a examen de una Comisión de veintiún diputados, para ser discutido en el último trimestre, más no se advierte gran interés y prisa por sacarlo adelante, previsto que una vez aprobado las Cortes quedarán disueltas automáticamente y no desean esto los promotores de la revisión. Confían en que lograrán suprimir el espíritu agresivo del texto constitucional para situar a los españoles en un terreno de convivencia donde se puedan dirimir civilmente y en un ambiente de mutua comprensión las contiendas ciudadanas.

La reforma de la legislación de jurados mixtos origina prolijas discusiones. El proyecto autoriza al ministro de Trabajo la constitución de Jurados a título excepcional, condiciona que los presidentes deberán ser funcionarios en activo o excedentes de la carrera judicial, suprime los Tribunales industriales y determina como preceptivo el asesoramiento técnico si lo pide cualquier vocal.

Se pretende que los Organismos paritarios por su falta de garantías jurídicas y de competencia técnico-económica dejen de constituir un peligro para el desenvolvimiento laboral del país. «El proyecto —dice el ministro (5 de julio) — se inspira en un espíritu de independencia, en el deseo de separar a los Jurados mixtos de toda intervención de la política y hasta cierto punto de la Administración.»

Algunos diputados piden al Gobierno que impida se lleven a cabo despidos y desahucios contra el espíritu de la ley de Arrendamientos con violencia para los arrendatarios cumplidores de sus obligaciones y pacíficos trabajadores y habitantes del campo. Así se dice en una proposición no de ley, firmada por diputados radicales y nacionalistas vascos (11 de julio). El diputado Irazusta denuncia que en varias provincias se producen despidos de arrendadores en masa, consecuencia, según el ex ministro Giménez Fernández, «de no haberse aprobado simultáneamente las leyes de arrendamiento y de acceso a la propiedad». «Una gran parte de lo que ocurre —añade— es el miedo al acceso a la propiedad y no hay motivo para ello, porque cuando llegue esa ley habrá que indemnizar religiosamente a los propietarios. El número de desaprensivos, malos españoles que atropellan al arrendatario es ínfimo» y con su conducta se preparan el mayor daño para ellos.» Según Álvarez Mendizábal, el 80 por 100 de los arrendatarios están bajo la amenaza de despido. Se exagera mucho, afirma el ministro de Agricultura. «Todavía no se ha practicado ningún despido.» El aviso es preceptivo y se realiza para renovar los contratos con arreglo a las formas de la nueva ley. El Gobierno actuará con toda severidad para evitar abusos o venganzas. Algunos diputados insisten en la siguiente sesión en sus denuncias y el ministro de Agricultura, Velayos, se ve en grave aprieto para responder si los propietarios que no trabajan directamente la finca pueden desahuciar. Las respuestas son ambiguas y los interpelantes exigen contestaciones concretas. Cuando la situación parece más enredosa y complicada acude Gil Robles en auxilio del ministro en apuros. «¿A qué tiende la preposición?, pregunta. A evitar que al amparo de un precepto legal se puedan cometer injusticias y abusos. Pues entonces, todos estamos de acuerdo. Y si los firmantes de la proposición necesitan votos, les ofrecemos los nuestros, pues si se busca un terreno de justicia tendremos que encontrarnos. Pero si se trata de una maniobra política, daremos al caso su verdadero carácter. Al amparo de la Ley de Arrendamientos no se pueden cometer abusos en forma de desahucios en masa».

* * *

Las Cortes discuten (12 de julio) los proyectos del ministro de Hacienda. El primero, una autorización para emitir bonos de Tesorería al 4 por 100 de interés anual, operación —explica Chapaprieta— concebida para que el Estado por medio del Centro de Contratación, pueda hacer frente a la demanda de divisas extranjeras, implante el seguro de cambio y pueda —pretensión un tanto ambiciosa— reintegrar una parte del oro que un mal día salió de España. A continuación se lee el dictamen de la Comisión de Presupuestos sobre autorizaciones al Gobierno para restringir los gastos del Estado. Los artículos del proyecto se refieren a reorganizaciones de los servicios de los Departamentos ministeriales: supresión de cajas especiales y exacciones que no se hallen legalmente establecidas; reducción de gastos de personal; limitación de los gastos de material y revisión de las concesiones de derechos pasivos La preocupación de los diputados Vidal y Guardiola. Amado y Sierra Rustarazo, al analizar el proyecto, se centra en los funcionarios públicos. ¿Acaso van a ser los únicos sacrificados para sanear la Hacienda? ¿En qué proporción se harán las amortizaciones de personal? El ministro tranquiliza a los alarmados. «El proyecto en materia de personal respetará todo derecho legítimo; aquel que haya entrado en la Administración, por vía legal, nada tiene que temer. El proyecto aspira a corregir abusos, y a acabar con la vergüenza de injustas desigualdades de sueldo.» Al discutirse el articulado del dictamen, y en su respuesta a los diputados Villanueva y Santaló, contrarios al proyecto (16 de julio), el ministro despliega ante la Cámara el espectáculo deslumbrante de sus planes. «No me avenía —declara— a la posibilidad de que un presupuesto, el de 1935, que lo conceptúo malo, pudiera tener todavía dieciocho meses de vida.» «Aspiro a que el déficit de 800 millones al final del año quede reducido a quinientos.» «Para ello se cifrarán los gastos en su cantidad exacta, serán reforzados los ingresos, no con la creación de nuevos tributos, sino descubriendo bases de contribución ocultas.» «Los impuestos han llegado a tal límite en España, que hasta se explica la defraudación, ya que hay muchos contribuyentes que no pueden pagar, sin que desee decir con esto que justifique el proceder.» «En el mes último he logrado un aumento de veinte millones en la recaudación. Una reforma tributaria a fondo sólo se puede hacer con un presupuesto nivelado; entre tanto, como reza el aforismo, producen más los tributos viejos y malos que los buenos y nuevos.»

«Para seguir siendo ministro de Hacienda necesito esta autorización. ¿No decimos todos que el déficit cada día es más alarmante? ¿Se puede nivelar el presupuesto de España sin hacer economías en los gastos? Al amparo de la ley de Restricciones, el Gobierno acometerá la reorganización a fondo de los departamentos ministeriales, donde hay muchos servicios duplicados o inútiles.» El artículo segundo se refiere a las cajas especiales. «He podido contar hasta sesenta y dos. ¿Es posible que junto a un presupuesto del Estado tengamos setenta u ochenta presupuestos parciales, en los cuales se vacía una gran parte del dinero de los contribuyentes? ¡Estoy resuelto a acabar con esta vergüenza nacional!» Determinadas Cajas pueden prestar un servicio a la economía incorporadas al Estado. Si prevalecen, traerán a la Cámara su presupuesto, intervenido por el Estado, y rendirán sus cuentas al Tribunal de la Nación.

El personal se lleva el 37, el 38 ó tal vez el 40 por 100 del presupuesto. ¿Hay alguien que niegue que sobra personal y, sobre todo, que está mal distribuido? En la reglamentación de emolumentos hay una enorme injusticia. En algunos Ministerios el personal cobra su sueldo a secas: en otros, a los empleados entre dietas y asignaciones se les dobla su sueldo. En algún centro los empleados cobran por no ir por las mañanas y perciben horas extraordinarias por ir por la tarde. Hay un Ministerio donde francamente se dice: «Ingenieros con doble jornada». Y cobran doble sueldo, incrementado por dietas, quinquenios y horas extraordinarias. Hay organismos del Estado con funcionarios que cobran 70 u 80.000 pesetas. Quiero defender al funcionario modesto y si puede ser mejorarlo y acabar con esta vergüenza de la Administración española de despilfarros y abusos. La autorización que os pedimos no es en beneficio del Gobierno, sino de España.»

La mayoría de la Cámara escucha complacida el discurso del ministro de Hacienda y se muestra dispuesta a aprobar el tratamiento quirúrgico que aquél propone. Las oposiciones y los diputados regionalistas catalanes, por el contrario, entienden que la ley es innecesaria y perturbadora. Los que más temen son los funcionarios, que en escrito a la Comisión parlamentaria expresan su alarma y su miedo. Ventosa manifiesta: «Consideramos que el proyecto no es adecuado ni eficaz. La reorganización administrativa no debe ser substraída a la competencia, autoridad y al voto del Parlamento. El ministro ha denunciado una serie de abusos de los empleados. ¿Es que para corregirlos necesitan de una ley el Gobierno y el ministro de Hacienda? ¿Qué garantías hay de que la ley de Autorizaciones proporcione la autoridad y energía necesarias para corregir otros abusos más graves? En cuanto a las Cajas especiales, comparto el criterio del ministro de Hacienda Todo lo que sea acabar con los abusos existentes y tratar de la nivelación del Presupuesto tendrá la simpatía de la opinión.»

En la discusión de enmiendas y votos particulares para modificar algunos aspectos de la ley se consumen varias sesiones. El ministro y los vocales de la Comisión de Hacienda, Villalonga y Rodríguez de Viguri, contestan a los interpelantes con espíritu transigente y benévolo.

* * *

Reaparece en las Cortes la acusación contra Azaña y Casares Quiroga con la lectura del dictamen (20 de julio) emitido por la Comisión especial presidida por Álvarez Valdés. En realidad las tan alborotadas acusaciones habían quedado reducidas a las celebradas fogatas de virutas. Desde entonces los trabajos de la Comisión de veintiún diputados, encargada de proporcionar los documentos pertinentes al Tribunal de Garantías, se retrasaban por el retraimiento de la mayoría de los vocales radicales, contrarios a que prosperase la acusación. Así las cosas, al plantearse de nuevo la cuestión se sabe de antemano que es asunto perdido; de un lado la Lliga Catalana insiste en una actitud contraria, porque no puede olvidar que Azaña otorgó el Estatuto a Cataluña; de otra parte, los radicales recaban y obtienen de su jefe libertad de actuación. Un diputado radical, Izquierdo Jiménez, sostiene, sin embargo, que jurídicamente no hay argumento serio que oponer a que la Cámara abra un cauce para que se enjuicie a Azaña, mientras que el diputado de la Lliga Catalana Reig califica la acusación de improcedente y falta de fundamentos jurídicos. «El camino a seguir —afirma— no es el que señala el dictamen; sin mirar atrás, se debe iniciar un movimiento generoso que cree un clima espiritual de convivencia y de concordia entre los españoles.» Añade: «Es incomprensible que se plantee este problema cuando por la ley de 24 de abril de 1934 hemos concedido una amplia amnistía para toda clase de delitos políticos y sociales.» El presidente de la Comisión, Álvarez Valdés, no demuestra convencimiento ni entusiasmo. Hay que mantener la acusación, porque a juicio del fiscal existen cargos bastantes para abrir un enjuiciamiento encaminado a depurarlos y una masa de doscientos diputados comparte ese criterio. Álvarez Valdés denuncia que el día que se emitió dictamen, sólo asistieron catorce miembros de la Comisión, compuesta de veintiuno, y por nueve votos «entre el que se contaba el mío» se acordó mantener la acusación; los vocales radicales desertaron. El cedista Mouta, principal acusador ante las Cortes, cuando se plantea el asunto insiste en las razones que entonces expuso. La Comisión, afirma, ha trabajado sin apasionamiento, con moderación y serenidad. El Tribunal de Garantías debe fallar una vez examinados los documentos que se le han proporcionado si Azaña intervino o no en la venta del armamento que fue a parar a manos de los insurrectos de 1934. Azaña —afirma el diputado— es invulnerable a los llamamientos a la convivencia: «es tan inflexible, tan rígido, tan poco propenso a aquello que entendemos nosotros que es útil a la vida de España, que no es posible esperar de él acto de arrepentimiento ni variación de conducta».

En contra de la acusación se declaran el nacionalista vasco Landáburu y el republicano de izquierda Barcia. El pensamiento del Gobierno lo expone Lerroux y es también de gran benevolencia: «Nada habría tan satisfactorio para mí que dar ocasión al señor Azaña — adversario o enemigo, en esta zona o en otra, para ahora o para siempre— para que quedase a la altura en que nosotros queremos a todos los hombres que han servido a la República con una recta intención.» Se trata de un problema de conciencia, y por lo tanto «mi partido puede obrar con arreglo a ella». «En problemas de esta clase yo, como jefe del partido, no puedo exigir subordinación a otra disciplina que la de la propia conciencia.» Goicoechea pretende inútilmente, con evocación de hechos y recuerdo de palabras pronunciadas en otro tiempo, reavivar la enemiga de ciertos republicanos contra Azaña.

Prevé la falta de votos para formalizar el quorum, y advierte que no será por culpa de cedistas, agrarios, monárquicos ni de las fuerzas de Melquíades Álvarez. Los desertores —no lo dicen, pero todos lo saben— son los radicales. Menos de treinta asisten a la sesión y a la hora de votar algunos de ellos se escabullen. La votación se realiza por bolas. De 257 diputados participantes, 189 depositan bolas negras, 68 bolas blancas. Como el número de diputados en el ejercicio del cargo es de 442 y la mitad más uno 222, no se logra la mayoría absoluta necesaria para que prospere la acusación.

Se desploma cual castillo de naipes el andamiaje montado con tanta gritería para exponer a la vindicta pública a Azaña y Casares Quiroga, como reos de maquinaciones contra la seguridad del Estado, malversadores de fondos y proveedores de armamento a la revolución de Octubre. Desvanecida la polvareda, la figura de Azaña se yergue enaltecida y triunfante.

* * *

La reforma agraria implantada durante el primer Gobierno de Azaña fue un aparatoso intento de transformación de la propiedad de la tierra, que llevó la anarquía y la ruina al campo. Inspiró la reforma el deseo de cumplir algunos de los compromisos contraídos en los días de propaganda con una desaforada teatralidad política. El propósito carecía de base racional y de recursos financieros indispensables para indemnizar a los dueños de las fincas expropiables. En la sublevación del 10 de agosto de 1932 encontró el Gobierno pretexto para despojar a la nobleza de sus tierras sin compensarla. El atropello desbordado en espuma demagógica poco o nada beneficia a la empresa agraria. «A los dos años y medio largos de República, en diciembre de 1934, la revolución sólo había dado tierra a 12.660 campesinos» (68). El problema del campo «no llegó a constituir en la política una aspiración nacional o preocupación primordial de todos los partidos del régimen», dice Ramos Oliveira.

Azaña no pronunció nunca un discurso sobre la cuestión agraria. Restablecer el orden jurídico, ordenar la producción y revalorizar la tierra, prometían las derechas en sus propagandas mediante la reforma de la Reforma Agraria. Giménez Fernández preparaba el proyecto de rectificación, pero el ala derecha de la C. E. D. A. y los agrarios miraban con mucha prevención tales propósitos, desconfiados y recelosos del catedrático, cuyas ideas avanzadas no compartían. El nuevo ministro de Agricultura, Velayos, presenta a las Cortes la ley modificadora de la Reforma Agraria y levanta una tempestad de protestas de las izquierdas. Según el dictamen de la Comisión correspondiente, se trata de «armonizar la ley de Reforma Agraria de 15 de septiembre de 1932 con la realidad nacional», mediante una revisión profunda que producirá efectos beneficiosos. El propósito fundamental es «simplificar la obra de la reforma» con la «supresión del derecho de retracto a favor del Estado sobre las fincas que se transmitan contractualmente a título oneroso» y el relativo a las fincas emplazadas en lo que se denomina el «rodeo» de los pueblos. Punto capital es la supresión de las expropiaciones sin indemnización, así como lo referente a valoración y forma de pago de las fincas que se expropian. El asentamiento es considerado como un período provisional y previo durante el cual se ha de acreditar por los asentados cualidades y aptitudes especiales y a cuyo término el campesino tiene la certeza de llegar a la propiedad de la tierra, bien sea en forma de dominio sujeto a determinadas restricciones, bien sea en forma de censo.

En líneas generales, el proyecto agrada a los monárquicos. «Nosotros —anuncia Maura, (20 de julio) — no hemos de oponernos, sino todo lo contrario, a su aprobación.» «Con el proyecto, dice el cedista Rodríguez Jurado, se remediarán los grandes males producidos por la legislación de las Cortes Constituyentes.» Otro cedista, Alcalá Espinosa, califica la ley de poco ambiciosa, pero en su conjunto la aprueba y elogia porque entre los defectos que remedia figura el de la expropiación a la «grandeza de España», acordada sin indemnización en contra de lo que dispone la Constitución El primer ataque serio contra el proyecto procede del ex ministro Cirilo del Río. «Éste no es un proyecto de reforma de la Reforma Agraria — dice sino de Contrarreforma, o, mejor, un proyecto de anulación total y definitiva de la ley de 15 de septiembre de 1932.» «Os habéis dado tal maña que lo que era un sacrificio y un freno para la propiedad privada extensa, lo habéis convertido en un gran beneficio para ella. Con esta ley vais a admitir la expropiación no por utilidad pública, sino por utilidad social». «No me parece bien que se diga que vamos a estudiar la reforma de la Reforma Agraria cuando lo que se va a intentar es destruirla. El proyecto que discutimos está hecho sólo con la idea de indemnizar o no a los grandes de España y de resolver la cuantía en cada caso. ¿Qué duda cabe de que toda Reforma Agraria significa un sacrificio del gran terrateniente? Si hace falta tierra, hay que tomarla de quien la acumula en exceso. Si el justo valor de la tierra excede de las posibilidades del Estado, la reforma no puede hacerse. Si se paga la tierra por valoración pericial contradictoria, entonces se sitúa a los terratenientes en una situación de privilegio...» En el mecanismo de la ley, las expropiaciones de los grandes de España se convierten en ocupaciones temporales y se paga al titular una renta del 4 por 100 del valor de la finca determinado en tasación pericial. «Liquidemos con un criterio de justicia esta cuestión de las indemnizaciones, para que sea cosa asequible para el Estado y una realidad la justicia social de la Reforma Agraria.»

El cedista Daza afirma que el proyecto contiene evidentes aciertos. Si la Cámara se convence de ello y lo aprueba con algunas modificaciones necesarias, «habremos hecho una obra nacional». El proyecto, declara Sánchez Albornoz, de Izquierda Republicana, es un intento de anulación de la ley agraria. Establece la indemnización mediante peritaje por el valor real de la finca, con lo cual se revaloriza la tierra, según se dice en el proyecto. La desvalorización de la tierra es un fenómeno universal y no consecuencia de la República. Un país no puede comprarse a sí mismo y a eso equivale la ley tal como nos la han presentado. Tendremos que arbitrar los fondos necesarios para comprar en su justo valor media España. Si la ley se aprueba tal como viene, los propietarios se agruparán delante de las puertas del Instituto de Reforma Agraria para ofrecer sus fincas. Pero, ¿es negocio en la mayoría de las tierras españolas, no ahora, sino también antes de la República, cultivarlas, dada la pobreza de nuestro suelo? La Reforma Agraria es urgente, porque tiene que reparar la injusticia de la vida campesina. La situación de los campesinos se concreta en estas palabras: miseria, depauperación, raquitismo. El diputado Blanco Rodríguez interrumpe: Yo no creo que la estadística de mortalidad sea superior en el campo que en la ciudad. Sánchez Albornoz continúa: En el dictamen se suprimen los acuerdos de las Cortes Constituyentes sobre expropiaciones sin indemnización de los grandes de España y de los señoríos jurisdiccionales. Los grandes de España en su inmensa mayoría tienen sus tierras por regalo de los reyes, que así premiaban servicios personales, no servicios al país. Va a ser una Cámara burguesa la que va a regalar por segunda vez a esos grandes de España las tierras que les regalaron los monarcas de Castilla hace cientos de años. Las Constituyentes realizaron un acto de justicia al expropiar sin indemnización. ¿Qué debe España a la Grandeza para que una Cámara burguesa entregue de nuevo sus tierras a los nobles? «En nombre de estas minorías de izquierda, os digo que cualquiera que sea vuestro acuerdo no lo respetaremos, como no respetamos los derechos adquiridos a la sombra de vuestro acuerdo.» «Decís que vais a hacer pequeños propietarios, y establecéis que las parcelas van a ser indivisibles, inembargables y exigida su compra, o pagarán censo en proporción del valor íntegro de la tierra, según la tasación pericial contradictoria. ¿Qué clase de propiedad es esa?»

«Haced lo que os plazca, pero la Reforma Agraria es una necesidad: quien crea que es posible mantener el estado actual de las cosas sufre un yerro profundo. Yo que no soy un demagogo, sino un hombre socialmente conservador, recuerdo el gesto del Conde de Toreno subiendo ante la Mesa de las Cortes de Cádiz para depositar la renuncia a sus señoríos. Si no queréis que mañana vuestros hijos recuerden incluso con maldición vuestro gesto de hoy, pensad que es necesario cambiar la distribución de la tierra de España con urgencia.»

El ex ministro de Agricultura, Giménez Fernández, cree que Sánchez Albornoz ha exagerado las cosas: «Muchas propiedades de los nobles proceden de la desamortización.» «Todo lo que sea establecer la indemnización con arreglo a una base justa me parece bien.» «Lo que hay que hacer es organizar la reforma agraria de tal modo que todos colaboremos, y preferentemente contribuyan con un impuesto progresivo por extensión aquellos cuya riqueza principal consiste en grandes propiedades de tierras. La reforma agraria no debe hacerla el Estado, sino la sociedad, fomentando la redistribución de la propiedad, dando para ello toda clase de facilidades.»

«Yo contaba con que viniera aquí la ley de acceso a la propiedad antes que la reforma agraria. Si ésta ha de responder a la realidad, así debe hacerse, a fin de crear la pequeña burguesía que el campo precisa para consolidar la República y la sociedad actual. Eso es lo que yo he dicho en mis propagandas por los pueblos.»

* * *

¿Hay alguno entre vosotros —pregunta Primo de Rivera dirigiéndose a la Cámara— que se haya asomado a las tierras de España y crea que no hace falta la reforma agraria? «Ayer he estado en el pueblo de Vadolatosa, en la provincia de Sevilla: en este sitio salen las mujeres a las tres de la madrugada para recoger los garbanzos; terminan las tareas al mediodía, después de una jornada de nueve horas, y se las paga una peseta. Otro caso de otro estilo. El pueblo de Narros del Puerto, en la provincia de Ávila, lo compró una señora en algo así como 80.000 pesetas. Esta señora tiene arrendadas todas las casas a los vecinos y en el contrato de arrendamiento, del que tengo copia, se establecen todas las causas de desahucio que incluye el Código Civil, y otras por razones como esta: «La dueña podrá desahuciar a los colonos que fuesen mal hablados.» La propietaria de este término donde nadie puede vivir, se instituye en tutora de todos los vecinos con facultades extraordinarias. La reforma agraria significa algo más que ir a la parcelación de los latifundios: es una empresa atrayente y magnífica que probablemente sólo se puede realizar en coyunturas revolucionarias, empresa que vosotros desperdiciasteis en vuestro tiempo.»

En primer lugar, exige una reorganización económica del suelo español, pues no todo él es habitable ni cultivable. El tener clavados en esa tierra a los hombres es condenarlos a una miseria que se extenderá a sus descendientes hasta la décima generación. «No es, pues, cuestión de latifundios ni de minifundios, sino de unidades económicas de cultivo. Una vez establecida el área habitable, se debe instalar resuelta y revolucionariamente a la población. En este momento la conciencia jurídica del mundo no se inclina con el mismo respeto de hace cien años ante la propiedad territorial. Me diréis que por qué le va a tocar a la propiedad territorial y no a la bancaria, —a la que le va a llegar el turno en seguida— o a la industrial. Yo no soy el que lleva la batuta del mundo.»

En el proyecto del ministro de Agricultura se dice que la propiedad será pagada a su precio justo de tasación y se añade que no se podrán dedicar más que cincuenta millones de pesetas al año a estas operaciones. Como para instalar a la población campesina hacen falta ocho o diez millones de hectáreas, esto en números redondos vale unos ocho mil millones de pesetas: a cincuenta millones al año, tardaremos ciento sesenta años en hacer la reforma agraria. Por eso hay que hacerla subestimando el valor económico, como se ha subestimado el valor jurídico. Vuestra revolución del año 1931 pudo hacer y debió de hacer todas estas cosas. Lo hizo a destiempo y lo hizo mal. La ley fue a quedarse en una situación interina de tipo colectivo, que no mejoraba la suerte humana del labrador. «Eso hicisteis y lo que da más argumentos a los enemigos de la ley de 1932: la expropiación sin indemnización de los grandes de España. Lo que era preciso haber escudriñado no es la condición genealógica, sino la licitud de los títulos, y por eso había en la ley un precepto que nadie puede reputar injusto: el de las jurisdicciones que por obra casi de prestidigitación jurídica se transformaron en señoríos territoriales; es decir, trocaron su naturaleza de títulos de Derecho público en títulos de Derecho patrimonial. Esto no era respetable en manos de los grandes de España ni en otras manos cualesquiera.» No era buena la ley del año 32, pero como esta que discutimos no se ha traído jamás en ningún régimen. Queréis borrar todos los efectos de la reforma agraria y establecer la norma fantástica de que se pague el precio exacto de las tierras, justipreciado en juicio contradictorio al contado, en metálico o en deuda pública de la corriente.

«Este proyecto se mantendrá en pie hasta el próximo movimiento de represalia. Habéis tenido que hacer frente a dos revoluciones y no más que hoy nos habéis anunciado la tercera. ¿Creéis que es buena política para detenerla, haciendo la afirmación más terrible de arriscamiento quiritario que ha pasado jamás por ninguna Cámara del mundo? Hacedlo. Cuando venga la próxima revolución, ya lo recordaremos todos y probablemente saldrán perdiendo los que tengan culpa y los que no la tengan.»

El regionalista catalán Florensa cree que dada la situación del campo, anarquizado y en ruinas por la reforma agraria del bienio socializante merced al proyecto del ministro de Agricultura se rectificarán cosas injustas e intolerables que dañaban a la economía y a la justicia. «Cuando el trigo no se puede vender, cuando hay que limitar el cultivo de la remolacha y el aceite está en los depósitos, y se presenta una gran cosecha y no sabemos lo que con ella vamos a hacer; cuando el vino tropieza con las dificultades que conocéis, y la naranja se pudre en los puertos, ¿qué reforma agraria queréis? ¿Qué podréis dar a esa gente que decís que tiene hambre de tierra, cuando lo que tiene es hambre de pan? Lo que importa es exaltar el trabajo, el esfuerzo heroico de estos abnegados hombres que por todo el ámbito de la península luchan con las heladas y las sequías y trabajan la tierra hasta morir.»

El Gobierno —explica el ministro de Agricultura— contrajo el compromiso de remediar los estragos producidos por la reforma agraria, llevando a las gentes del campo paz y orden, a la vez que se revaloriza la propiedad, que ha perdido toda su importancia como instrumento de crédito. Con el proyecto que se discute la tendencia social de la primitiva reforma en nada se modifica. No sólo se respetan los derechos de los campesinos, establecidos en la reforma del año 32, sino que a esos campesinos vamos a hacerlos propietarios. Se impone también la modificación de la ley porque en ella se ha infringido el precepto constitucional de que no habrá expropiación no indemnizada y previa declaración de necesidad social. Cuando a raíz de los sucesos de agosto de 1932 se acordó expropiar a los grandes de España Azaña dijo que «la medida no era de justicia, pero que había que dar una satisfacción a la conciencia republicana, porque estábamos en pie de guerra». Por cierto que el señor Sánchez Albornoz guardó silencio durante los tres meses de discusión de la reforma, y no dijo nada sobre la necesidad de expropiar a los grandes de España, sin indemnizarlos. Todos estáis conformes en que se debe indemnizar: la discrepancia es en cuanto al modo y al cuánto. El Gobierno dice que por valoraciones contradictorias, único procedimiento justo, y en papel de una Deuda corriente. El asentamiento lo mantenemos como está en la ley, sin preferencias; y ese asentado será propietario, bien porque compre la tierra en los plazos que se determinen, o porque sobre ella se reserve un censo. La tendencia del proyecto no es de derechas ni de izquierdas: Pretende reparar agravios, evitar atropellos y hacer justicia. Que si la Constitución se concultó en momentos de pasión, vamos a procurar que sea cumplida y tenga vigencia completa.

Insiste Del Río en que la reforma se ha de hacer cercenando la excesiva propiedad y con indemnizaciones modestas, pues de lo contrario no habrá tal reforma; reitera Alcalá Espinosa, de la Comisión, que la tierra está tan despreciada que nadie tiene interés por el campo, porque no se puede saber si la finca será suya o no, ni si les serán abonadas las mejoras que realice. Sánchez Albornoz afirma que hasta los diputados agrarios están convencidos de la inutilidad del dictamen. Además, «hay una pugna entre el grupo agrario y los radicales y la C. E. D. A. Si la C. E. D. A. acepta el criterio de Giménez Fernández, rechazará el proyecto. Estoy cansado —dice— de oír hablar de la revalorización de la propiedad rural. ¿No hay que revalorizar también el trabajo manual y el de los hombres de ciencia? Sostengo, agrega en respuesta al ministro de Agricultura, el mismo criterio que en las Constituyentes. Fui yo quien planteó entonces la necesidad de expropiar los señoríos jurisdiccionales. Se habla de que la reforma agraria sin un empeño económico grande fracasará. Cread el Banco Agrario para evitar que los campesinos caigan en manos de los usureros. «Eso es un argumento más en favor de la tesis que nosotros sostenemos, y al decir nosotros incluyo al señor Primo de Rivera, que algún día estará muy cerca de los hombres que se sientan aquí. Sí, señores diputados; por su talento, por su espíritu liberal, a pesar de todo, liberal a la moderna, por su concepto de la vida política de hoy... Bajo esos aparatos ortopédicos de las dictaduras de Italia y Alemania, se está haciendo una política de socialización que no ha emprendido jamás la izquierda española.» «El señor Primo de Rivera hace muy bien en colocarse en la postura que adopta, porque lo asombroso es que en la República y en el Parlamento español haya todavía quien sostenga lo contrario. Aquí se ha dicho que la reforma agraria se planeó porque existía el temor a raíz de la proclamación de la República de que los campesinos realizaran por su cuenta la ocupación de tierras. Ese fenómeno no se produjo, porque en el fondo de los campesinos españoles por el poso multisecular de una vieja civilización hay un extraordinario espíritu de justicia; pero si la Cámara aprueba este proyecto llegará un día en que veremos arder lo que no ardió el 14 de abril.» «No soy un demagogo, sino un hombre socialmente conservador que se ha asomado a las páginas de la Historia y sabe que no hay posibilidades de detener los movimientos histórico-políticos. Estáis preparando un trágico mañana para España.» Primo de Rivera habla de nuevo. Hay que empezar —exclama— por conocer el área cultivable y habitable de la península. La instalación de los campesinos he dicho que debe hacerse de una manera revolucionaria, lo cual no significa el motín y el desorden, sino la atenuación de la reverencia a ciertas posiciones jurídicas que hace años se estimaban intangibles. Cada día será más indispensable cumplir una función en el mundo para que se nos respete; el que no cumpla ninguna función y simplemente goce de una posición privilegiada tendrá que resignarse a experimentar una subestimación y a sufrir merma en lo que pase de cierta medida, en la cual podemos cumplir una función económica. «Este proyecto que discutimos sólo pretende permitir al Estado la expropiación forzosa por causas de utilidad social. ¡Para este viaje no se necesitan alforjas! Porque la declaración de utilidad pública es una de las facultades discrecionales de la Administración. Esta no es una reforma agraria, es la anulación de toda reforma. Haced lo que os plazca, bajo vuestra responsabilidad y ateneos a las consecuencias.»

* * *

Se interrumpe el debate, porque ante la proximidad de la suspensión de sesiones, el Gobierno recaba de las Cortes (25 de julio) la procedente autorización para prorrogar por treinta días más el estado de alarma en catorce provincias, además del estado de guerra en Barcelona y su provincia. El ministro de la Gobernación, en respuesta a los que protestan contra la prolongación de este secuestro de libertad, expone los motivos que justifican la petición. Con la campaña de amnistía se hace una pre­paración revolucionaria; sirve para reunir fuerzas, detrás de las cuales está el comunismo. A pretexto de los privilegios de libertad lo que se busca es una situación de criminalidad, de glorificación del delito y de preparación de las más execrables acciones. Y como el diputado izquierdista Marco Miranda le interrumpe diciéndole que hay muchos presos gubernativos, el ministro le contesta: «Siendo S. S. gobernador de Córdoba tuvo en la cárcel centenares de presos gubernativos.» La autorización solicitada por el Gobierno es concedida por 144 votos contra 15.

* * *

Se reanuda el debate sobre modificación de la Reforma Agraria y en nombre de la Comisión, el diputado Álvarez Lara reconoce que se han producido algunas diferencias entre el contenido del proyecto y el del dictamen, discrepancias que pueden desaparecer en virtud de una enmienda presentada por diputados agrarios, radicales y cedistas, aceptada por la Comisión y que es resultado de transacciones y coincidencias. El presidente de las Cortes aclara que la enmienda en cuestión cambia la estructura y fisonomía general del dictamen, y supone una serie de modificaciones a Preceptos fundamentales. El hecho es insólito, y el diputado de Izquierda Republicana Barcia no le reconoce validez a la arbitrariedad o acierto de una Comisión dictaminadora al hacer de varios artículos —sobre materia que no puede tener la significación de una norma unitaria para los efectos legislativos un solo artículo con objeto de burlar los derechos que tienen las minorías. La discusión acalorada se hace interminable y es Sánchez Albornoz quien pone fin con la siguiente declaración: «Hemos llegado al convencimiento de la inutilidad de nuestro esfuerzo, La indemnización que se ofrece a los grandes de España, a los terratenientes, imposibilita la aplicación de la ley con la urgencia que la República exige. Nosotros creemos que no tenemos nada que hacer aquí y para que nuestras palabras respondan exactamente a nuestro pensamiento, voy a leer a la Cámara la declaración que estas minorías de Izquierda Republicana hacen al Parlamento y al país: «Primero.—El pago de las indemnizaciones que ahora concede la ley de Reforma de la Reforma Agraria por las fincas y derechos expropiables sin indemnización, con arreglo a lo dispuesto en la ley de 15 de septiembre de 1932 será objeto de restitución al Tesoro en el día de mañana, a cuyo efecto se procederá a dictar las disposiciones legislativas o reglamentarias que fuesen precisas; bien entendido que en caso de insolvencia del obligado a restituir, se anularán los títulos de la Deuda especial o común con que se hubieran pagado la referidas expropiaciones. Segundo.—El pago de las expropiaciones de fincas indemnizables, conforme a lo dispuesto en la ley de 15 de septiembre de 1932, no podrá exceder en ningún caso del valor que corresponde a su estimación fiscal; y el exceso cobrado será igualmente sometido a restitución en las mismas condiciones señaladas en el párrafo anterior. Tercero.—En consecuencia de las anteriores declaraciones las minorías republicanas y diputados de oposición que las suscriben se abstienen en absoluto de toda colaboración en los trámites de esta ley y por lo tanto ni presentan enmiendas ni tomarán parte en la discusión del articulado ni en la votación de la misma.» Sánchez Albornoz concluye: «Como nosotros nada tenemos que hacer aquí, abandonaremos el salón mientras la Cámara no entre a discutir otro proyecto de Ley...»

En este momento, como en todas las ocasiones difíciles, interviene Gil Robles. La enmienda admitida por la Comisión significa por parte del Gobierno y de los grupos de la mayoría una consideración especial a la oposición para que reglamentariamente pueda cuadruplicar la obstrucción y no se pueda decir que al amparo de un artículo único se pretende ahogar la discusión. La enmienda significa un criterio de concordia a la que han llegado por mutuas transigencias los grupos de la mayoría. Para que el Parlamento funcione normalmente es necesario que las minorías actúen como hemos actuado los que hemos sido oposición. Nosotros aprendimos a ser una mayoría gubernamental, porque aprendimos a ser una minoría de oposición. Estáis en pleno derecho de ausentaros. «Yo a la declaración leída no puedo dar otro valor que el de una enunciación programática. La realizaréis si tenéis posibilidad dentro de un régimen de democracia, conquistando al pueblo con ese u otro programa. En la lucha ciudadana nos encontraremos, y el que se lleve la palma que la traiga aquí.» Sánchez Albornoz insiste en que las minorías de izquierda se ausentarán del Parlamento.

A la Esquerra el debate sobre la reforma agraria —afirma el diputado Marial— no le afecta, «porque todo lo referente al asunto en Cataluña corresponde exclusivamente al Parlamento catalán». Miguel Maura no se resigna a contemplar indiferente lo que ocurre. La reforma agraria ha sido postulada en la campaña electoral de la derechas y éstas tienen razón al plantear el problema. «El criterio social que defendemos va tan lejos como el vuestro. El Gobierno desea una política de concordia y pacificación, sin abdicar de sus deberes. Vuestra resolución está tomada; la nuestra también. ¿Queréis discutir? Vamos a discutir. ¿Queréis marcharos? Lo lamentaremos, pero no por eso cambiará nuestro criterio».

* * *

La discusión de enmiendas al proyecto de reforma agraria se realiza a marchas forzadas, porque los diputados anhelan las vacaciones. El dictamen queda aprobado el 26 de julio (69) y la Cámara suspende sus sesiones. Ha sido un período de intenso trabajo y de copiosa labor legislativa. El presidente de las Cortes resume de este modo la obra realizada: «En diez meses y 119 sesiones se han estudiado y aprobado 180 leyes.» «Pocas etapas parlamentarias —comenta El Debate— han sido tan fecundas como la que acaba de cerrarse.»

En virtud de las enmiendas aprobadas, se concede el acceso a la propiedad a los colonos que lo sean desde hace diez años, que carezcan de propiedad o que la tengan inferior a dos hectáreas de regadío y cincuenta de secano. Los lotes máximos de propiedad que en tal caso podrán concedérseles serán dos hectáreas de regadío y cien de secano de tierras ofrecidas voluntariamente por sus propietarios o expropiadas por la Dirección de Reforma Agraria. El Estado las venderá a plazos a los colonos, en cincuenta años, y la anualidad máxima será del 4,50 por 100 del valor de la finca por amortización del capital e interés. Se define el patrimonio familiar como la superficie de terreno cultivable, con casa, si la hubiere, en el predio poseído, y cultivada por una familia, y cuya explotación sea suficiente para el sustento de la misma y para absorber su capacidad de trabajo. Estos patrimonios indivisibles, inembargables, o inalienables, se concederán a los que lleven de colonos por lo menos doce años y sean casados, con dos hijos por lo menos, y paguen menos de cincuenta pesetas de contribución rústica anual.

* * *

Como eco del debate sobre la reforma agraria, resuenan las críticas agresivas de los sectores conservadores a las intervenciones de Giménez Fernández y Primo de Rivera, motejados de «bolcheviques blancos». ¿Qué idea tienen de los bolcheviques mis detractores?, pregunta José Antonio (A B C, 31 de julio, 1935). «Los que hoy ante un sistema capitalista que cruje sacrificamos comodidades y ventajas, para lograr un reajuste del mundo, sin que naufrague lo espiritual, somos la negación del bolcheviquismo. Quizá por nuestro esfuerzo, no tan vituperable, logremos consolidar unos signos de vida, menos lujosa para los elegidos; peto que no transcurra bajo los signos de la ferocidad y la blasfemia. En cambio, los que se aferran al goce sistemático de opulencias gratuitas, los que reputan más y más urgente la satisfacción de sus superfluidades que el socorro del hambre de un pueblo, esos, intérpretes materialistas del mundo son los verdaderos bolcheviques. Y con un bolchevismo de espantoso refinamiento: el bolchevismo de los privilegiados.»

* * *

La intensa labor del ministro de la Guerra y de los técnicos militares que trabajan bajo la dirección del general Franco cristaliza en un conjunto de disposiciones y leyes: restablecimiento de los Tribunales de Honor, para la separación del servicio por actos deshonrosos; reclutamiento de la oficialidad del Ejército, reforma del Código de Justicia Militar, confirmación de empleos concedidos por méritos de guerra, ley de voluntarios, represión del espionaje, creación de bases orgánicas de la Aeronáutica militar. En Riosa, a doce kilómetros de Pola de Lena, zona limítrofe entre Asturias y León, se celebra (22 de julio) un supuesto táctico al que asiste el ministro de la Guerra con los generales Franco, Goded y Fanjul y el coronel Aranda, jefe de la zona exenta de Asturias. En la elección del lugar para las maniobras ha influido el envalentonamiento de los mineros asturianos, que preparan, así lo dicen sin rebozo, la próxima revolución.

* * *

El calor aleja a muchos diputados de Madrid. En una Cámara semivacía Pérez Madrigal explana una interpelación sobre el reglamento de las minas de Almadén, redactado en época de la Dictadura de Primo de Rivera siendo ministro de Hacienda Calvo Sotelo. Amparándose en aquél, la Sociedad Española de Mercurio, al decir del diputado radical, ha realizado negocios ilícitos, si bien el denunciante descarta a Calvo Sotelo, «que ha prestado prolongados y eminentes servicios al país», de toda intervención en los turbios manejos. Calvo Sotelo explica con profusión de datos el convenio celebrado en Italia, muy beneficioso para España, y que permitió mejorar la explotación de las minas. «Sólo en esto me alcanza responsabilidad.» «Si hay otros negocios en el Consorcio, el diputado radical tendrá que buscar a quienes los hacen en las filas de su partido, uno de cuyos miembros ha refrendado el nuevo Convenio con Italia.»

En una proposición de ley, encabezada por el diputado republicano conservador Cano López, se piden explicaciones por el cese del Inspector General de Colonias, Nombela, y del secretario general, Castro, nombrados por decreto en agosto de 1934 y destituidos por acuerdo de reciente Consejo de ministros. Pregunta si la disposición obedece a graves cargos que rocen la honorabilidad de los funcionarios y si está relacionada con una indemnización reclamada por el naviero Tayá, en nombre de la Sociedad «África Occidental». Gil Robles, que ha actuado como ponente de la cuestión, responde que el cese de los funcionarios es ajeno al asunto. La Sociedad tenía un contrato de prestación de servicios de comunicaciones con Guinea y Fernando Poo, que se rescindió por incumplimiento. La Sociedad interpuso recurso contencioso-administrativo, que el Tribunal Supremo resolvió declarando la rescisión nula; el recurrente exigió de la Administración daños y perjuicios, valorados en siete millones de pesetas. La Presidencia del Consejo se dirigió al ministro de Hacienda para que designase un abogado del Estado como juez especial y un técnico en contabilidad para hacer la liquidación. Estos técnicos han fijado la indemnización en 3.033.000 pesetas. El Consejo de Estado se muestra contrario a la resolución, por cuanto que no se puede dar subvención por un servicio que no se ha prestado, y el asunto pasa al Gobierno, el cual encomienda su estudio a una ponencia de tres ministros: uno de ellos Gil Robles. El informe de la ponencia dice que no siendo posible el cumplimiento del contrato, dado el tiempo transcurrido sólo resta indemnizar a la Sociedad de daños y perjuicios, por lo cual procede ir a un expediente contradictorio de comprobación y liquidación Así las cosas, se descubre la desaparición del primer expediente de liquidación. Entretanto, según afirma Cano, alguien ordena al inspector Nombela para que, dando por firme un supuesto acuerdo del Consejo de ministros extienda un cheque contra el Banco de España por tres millones y pico de pesetas. El inspector se niega y el Consejo de ministros resuelve no acceder a la in­demnización reclamada y destituir a los dos funcionarios de la Dirección de Colonias. ¿Han sido declarados cesantes en virtud de esos hechos, o no?, pregunta el diputado. El ministro de Estado —en ausencia de Lerroux — responde que el relevo de los funcionarios no tiene nada que ver con el expediente, sino que está relacionado con la reorganización de servicios de la Presidencia Para terminar, Gil Robles manifiesta: El asunto tiene vía administrativa, y en ese orden se sigue el expediente. Si se deducen hechos delictivos intervendrán los Tribunales de Justicia y si únicamente hay responsabilidad administrativa, se exigirán.

* * *

La reforma de la Ley electoral es anhelo de todos los partidos, desde el radical hasta el monárquico, y promesa inscrita en el programa del Gobierno, estudiada por Pórtela y Gil Robles, designados ponentes para redactar el oportuno Informe. La ley vigente favorece con exceso las votaciones mayoritarias y desequilibra los resultados. En reunión celebrada en la Comisión de la Presidencia (16 de junio), a la que asisten representantes de los grupos parlamentarios, Giménez Fernández en nombre de la C. E. D. A. se declara en favor del sistema proporcional. Para Cambó la reforma de la Ley electoral tiene importancia transcendental, «puesto que de ella dependerá en definitiva la consolidación de las instituciones la convivencia de los españoles o la caída en la anarquía». Con el sistema vigente —añade— la desavenencia es inevitable, porque niega a las minorías la representación adecuada y las impulsa a salir de la legalidad. Cambó propone reducir las circunscripciones y repartir los puestos a base de lo establecido por el artículo 21 de la ley Maura de 1907. En principio, todos los representantes se muestran dispuestos a estudiar la propuesta, En nueva reunión, Giménez Fernández manifiesta que la C. E. D. A. se mantiene en favor del sistema proporcional, mientras radicales, agrarios, reformistas, regionalistas y republicanos de izquierda se inclinan por el voto restringido, con la supresión del quorum del 40 por 100 y la división en dos de las circunscripciones que elijan más de diez diputados, Ahí queda estancada la cuestión, aunque en las referencias de algunos Consejos de ministros se alude al tema como incorporado al plan parlamentario del Gobierno. Los jefes de los grupos que integran el bloque gubernamental confían a Lerroux, y éste acepta, el encargo de redactar un proyecto de ley electoral «que satisfaga a todos», basado en el sistema mayoritario en las circunscripciones pequeñas y en el proporcional en las grandes, que no serán arriba de cuatro o cinco. En apariencia, el deseo de una nueva Ley electoral es unánime y todos suspiran por ella. En la realidad, los anhelos discurren por otros cauces. Las izquierdas, coaligadas como en las elecciones de 1931 en plena efervescencia revolucionaria, tienen por seguro el triunfo con el vigente sistema y son opuestas a la reforma. A la C. E. D. A. el espectáculo de sus concentraciones le ha hecho formarse una conciencia de superioridad irresistible, cualquiera que sea la ley que reglamente el sufragio. Gil Robles pide con insistencia lucha y se declara invencible con sus legiones de votantes. «En esta farsa siniestra de la ley electoral — escribe Pía— está una de las causas más claras de la catástrofe que se avecina».

* * *

Otro de los argumentos principales de la revolución contra la Monarquía en los meses que precedieron a la caída de ésta se desvanece, con el acuerdo del Tribunal Supremo (29 de julio) de sobreseer la causa instruida por la concesión del ferrocarril Ontaneda-Calatayud. Quedan sin efecto los procesamientos decretados por la Subcomisión de Responsabilidades de las Cortes Constituyentes contra Alfonso XIII, Fernando María de Barrera, Guillermo W. Solms, Rafael Benjumea, Antonio Faquineto, Gabriel Pastor, Pedro García Faria, Rodolfo Gelabert, y Luis Justo, supuestos responsables de delitos de cohecho y prevaricación, por no resultar debidamente justificada la acusación.

 

CAPÍTULO 65 CHAPAPRIETA SUSTITUYE A LERROUX EN LA JEFATURA DEL GOBIERNO

 

LA AGITACIÓN REVOLUCIONARIA CULMINA EN UNA ENORME CONCENTRACIÓN EN BARACALDO. — «LA INICIATIVA EN LA CONTIENDA POLÍTICA HA PASADO A NUESTRAS MANOS», DICE AZAÑA. — LAS IZQUIERDAS SE OPONDRÁN A QUE SEAN REFORMADAS LA CONSTITUCIÓN Y LA LEY ELECTORAL. — EL GOBIERNO «SE VE OBLIGADO A DECLARAR» QUE NO CONSENTIRÁ QUE SE HABLE DE AMNISTÍA MIENTRAS QUEDE UN REVOLUCIONARIO DE OCTUBRE POR JUZGAR. — CONCENTRACIÓN DE MASAS CEDISTAS EN SANTIAGO DE COMPOSTELA. — «SI LAS CORTES ACTUALES NO QUIEREN IR A LA REVISIÓN, HAREMOS IMPOSIBLE SU VIDA PARA QUE SEAN DISUELTAS» (GIL ROBLES). — EL «DÍA DE LERROUX» EN BARCELONA, CON BANQUETE DE SEIS MIL COMENSALES. — «EL OTOÑO ACASO TRAIGA ENTRE SUS DULZURAS, LA DULZURA MAGNÍFICA DE COMBATIR Y MORIR POR ESPAÑA», ESCRIBE JOSÉ ANTONIO. — POR DESAVENENCIAS IRREDUCTIBLES ENTRE LOS MINISTROS SE PRODUCE LA CRISIS.